Está claro que con un presidente como Pedro Sánchez en la Moncloa se puede esperar cualquier cosa. Eso es algo que sabemos todo e incluso saben los propios socios que le mantienen en el sillón. Y con un ventajista como él, no sería extraño que se estuviera planteando movimientos debido a los evidentes problemas que tiene el principal partido de la oposición, el PP.

    Además, él es el primero que sabe a la perfección que sus únicas opciones electorales se basan en deméritos de los demás y no en méritos propios. La única forma en la que puede conseguir un resultado electoral razonable es por la debilidad ajena, ya que sabe que carece de fuerza propia y que en España, en general, no se le puede ni ver.

    Y a pesar de que ha anunciado hace muy poco tiempo que agotaría la legislatura, también todos sabemos que una de los principales rasgos de su personalidad es la de ser un mentiroso compulsivo. De ahí que sus socios electorales tengan la sensación de que va a convocar elecciones. A nosotros no nos extrañaría nada. Estamos seguros que a ustedes tampoco.

    Pero créannos, sabiendo que es malo de solemnidad, ya no sabemos ni qué pensar sobre lo que sucedería en un adelanto electoral. En primer lugar, porque no confiamos en su limpieza desde hace mucho tiempo y en segundo, porque ya no confiamos demasiado en el buen juicio de los propios votantes.

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